miércoles, 27 de noviembre de 2013

ANOREXIA Y BULIMIA: EPIDEMIAS DEL SIGLO XXI



Parece la epidemia de finales del siglo XX, 1 de cada 20 niñas de 15 años padece anorexia. El 60% de los casos se cura por completo, al 35% le quedan síntomas residuales el resto de su vida, el último 5% muere.
Es en el mundo occidental donde se está produciendo el progresivo aumento de los trastornos de la alimentación, especialmente de la anorexia nerviosa. “Su incidencia en países subdesarrollados es prácticamente nula, por lo que es posible afirmar que nos encontramos ante una enfermedad con claros factores socioculturales como desencadenantes.” 
Resulta curioso comprobar cómo en Estados Unidos, donde conviven varias culturas, alguna de ellas, como la población de color, parece estar inmunizada ante esta enfermedad. ¿Por qué? Existen culturas en las que "se lleva" la mujer gordita con brazos voluminosos, dedos gruesos, muslos rollizos y caderas anchas. Mujeres que son signo de opulencia, de prestigio social y representan un cuerpo lleno de energía y salud.

“Hasta ahora el porcentaje era significativamente mayor entre la población de clase media-alta, si bien es cierto que los últimos estudios demuestran una ininterrumpida homogeneización de las tasas de incidencia dentro de los diferentes niveles socioeconómicos.” 
El 95% de los casos descritos son mujeres, pero no olvidemos que queda un 5% restante. Este artículo está escrito en femenino sin con ello querer menospreciar a ese 5% de chicos que padece trastornos de alimentación. Aun así, cualquier observación física, emocional o conductual de las que se tratan a continuación, es válida para ambos sexos.

Existe una clara distribución por edades, siendo las más afectadas entre los 12 y los 25 años, encontrando un grupo de mayor riesgo entre los 14 y los 18 años. Centrándonos en este momento parece clara la relación entre la etapa de la adolescencia y la posibilidad de encontrarnos con un episodio de anorexia o bulimia nerviosa.” Es el período en el que nuestra hija empieza a forjarse su personalidad, alejándose y poniendo en entredicho cualquier consejo, observación o propuesta que proceda de los padres (¡¡Déjame que sea yo quien lo compruebe, mamá !!!!).”  Para empezar debe enfrentarse al cambio físico de su cuerpo que supone la adolescencia, por lo que la confianza en sí misma se tambalea. Deja de ser la niña de la casa para convertirse en una mujercita que debe estar a la altura de sus iguales, siendo su espejo esa compañera del cole con gran éxito social o las top-models de extrema delgadez con las que los chicos forran sus carpetas.

Los trastornos de la alimentación son síntoma de una sociedad en la que se exige una mujer 10. Las adolescentes no están preparadas para el continuo bombardeo de cuerpo perfecto en los medios de comunicación. “Su personalidad está empezando a madurar y es fácilmente influenciable, por lo que son un "blanco perfecto". La sociedad implica un patrón generalizado de conductas a seguir. Existen estereotipos, requisitos culturales y, sobre todo, sociales que les llevan al ideal de belleza femenino de hoy en día. Este ideal implica una presión social; aquellos que lo cumplen son aceptados, gustan y se sienten satisfechos con ello; por el contrario, los que se desvían de los cánones sociales sufren, generan complejos sin motivo y aumentan su inseguridad personal. “No hay más que irse a una tienda donde suelen comprar las adolescentes, y comprobar la cara de frustración de una chica de catorce años por "no entrar" en una talla 36.” Son éstos los que tienen una mayor probabilidad de verse afectados por alguno de los trastornos de alimentación.
El gran problema es que estos casos suelen tratarse cuando la enfermedad ya está avanzada. Una de las principales características de las anoréxicas es que no se sienten enfermas, por lo que no creen que tengan que decirle nada a nadie. Si a esto unimos la dificultad que implica para unos padres aceptar la carrera autodestructiva que ha elegido su hija, nos encontramos con más problemas de los que tendríamos si lo hubiéramos detectado a tiempo. La anorexia se inicia de manera lenta, por lo que jugamos con ventaja, pero de forma progresiva, por lo que no podemos bajar la guardia.