viernes, 20 de diciembre de 2013

CONFESIONES DE UNA ANOREXICA.

Cuando tenía 16 años Ana Stoccafisso ,que vivía en la localidad bonaerense de Pérez Millán junto a sus padres y hermano menor empezó a padecer anorexia y bulimia. Comenzó a vomitar lo poco que comía y casi no tenía vida social. “A los 18 años su problema se agravó cuando se trasladó a Buenos Aires para estudiar en la facultad y llegó a devolver seis veces al día hasta que en un momento no pudo más y decidió compartir esa desesperación con su familia.” Inmediatamente comenzó su tratamiento en un centro especializado.
 Hoy, a los 21 años, Ana no sólo dejó de vomitar sino que recuperó la confianza en sí misma y sueña con trabajar en lo que le gusta y en formar una familia. La confesión más deseada Cuando Ana cumplió 20años decidió confesarle ese infierno a una amiga de su pueblo para que se lo transmitiera a su mamá que ni bien se enteró de la triste noticia viajó inmediatamente a Buenos Aires para iniciar el tratamiento junto a su hija. “Fue volver a tener a mis papás encima. No me dejaban sola en ningún momento. Ellos tomaron conciencia de lo grave que estaba”. Cada vez que iba al baño para bañarse o hacer sus necesidades ellos se turnaban para vigilar sus movimientos y comenzó a poner mucha voluntad para poder cambiar esa realidad. A los 18 años se trasladó a Buenos Aires para estudiar Traductorado de inglés y tenía mayores libertades para devolver. Llegó a vomitar hasta seis veces en un mismo día. “Yo se muy bien donde tengo que ir para empezar el tratamiento” le dijo Ana a sus padres y comenzó en ALUBA, un centro que atiende a más de 350 jóvenes con anorexia y bulimia. Eso fue en abril de 2005y desde que tuvo esa primer entrevista comentó que nunca más volvió a vomitar.”
Al principio estuvo en el hospital de día de esa institución a la que asistía diariamente entre las 8 y las 17, y donde realizaba todas las ingestas y la terapia grupal enla que cada joven comparte con los demás las sensaciones con su cuerpo y la comida ante la presencia de un terapeuta. Cuando Ana comenzó a tener control con la comida –no puede ingerir ningún producto dietético- adquirió confianza y seguridad en si misma y le autorizaron a asistir a ALUBA solamente dos veces por semana. ¿Cómo es su alimentación actual? Desde que inició su tratamiento comprendió la importancia de cumplir con las seis comidas diarias. Ella no cocina pero tiene en su casa a una persona de confianza –trabajó en su hogar en Pérez Millán- que todos los días le prepara el menú. En un día típico se alimenta de la siguiente manera: -Desayuno: café con leche con galletitas dulces o saladas. - Colación a media mañana: una golosina o una fruta. - Almuerzo: una porción de pollo con arroz con queso y helado. -Colación de la tarde: una barrita de cereales. -Merienda: café con leche con dos medialunas. -Cena: un plato de pasta con un flan o banana con dulce de leche. “Me veo atractiva, me gusto” Ana está curándose día a día porque el proceso es largo y depende de la voluntad que cada uno le ponga. ¿Qué le aconsejarías a otras chicas que están viviendo lo mismo que pasaste vos? “Lo más importante es que se animen a pedir ayuda porque sola no se puede salir, pero hay una salida “concluyó.

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