La delgadez se ha convertido para algunas mujeres, cada vez más jóvenes, y también para algunos hombres, en una especie de culto del que no pueden prescindir. Sacrifican horas enteras dedicadas al ejercicio físico para conseguir adelgazar. Se someten a dietas difíciles de cumplir, y terminan desarrollando una verdadera obsesión por estar delgadas, que en algunos casos, da lugar a una enfermedad por dependencia. Tal ocurre en las anoréxicas, que acaban deificando la delgadez, haciéndose dependientes de su símbolo, para lo que pueden llegar hasta morir de hambre.
Este fenómeno corresponde
a la consideración del paciente anoréxico como una persona que, estando
sumamente delgada, “se ve gorda”. No se trata de ninguna alteración de la
percepción visual. La chica o chico anoréxico perciben visualmente la realidad
en que viven, los cuerpos de las personas que les rodean, las siluetas de otras
pacientes anoréxicas, con la misma precisión con que lo hace cualquier
ciudadano, sin embargo, la imagen que tienen de su cuerpo está distorsionada,
deformada, exagerada. La anoréxica promedio tiende a percibir las dimensiones
de su cuerpo distorsionada al alza en alrededor del 30% de su volumen.
Tal distorsión no se
refiere al cuerpo que la anoréxica “ve”, sino al que “imagina” tener. Es una
distorsión de la imagen corporal, es decir, de la representación mental del
cuerpo. Esta distorsión que para ella es vívida y clara está relacionada con el
disgusto que le suscita su silueta. Los cambios corporales que experimenta la adolescente
la obligan a prestar una mayor, y nueva, atención sobre su cuerpo. Cuando la
adolescente compara su nuevo cuerpo con el modelo estético divulgado por la
sociedad, sólidamente interiorizado, corre el riesgo de creer que no va a poder
semejarse a él. La preocupación por su
imagen corporal es muy acusada, ocupa un lugar Revista Fuentes. Volumen 6, 2004Tema
monográfico: El Espacio Europeo de Educación Superior privilegiado, central, en
sus pensamientos sobre sí misma. Se siente plenamente identificada con un
cuerpo que rechaza angustiada. Su autoimagen está determinada por su imagen
corporal, sus otras características personales ocupan un muy segundo
plano.